Iglesia sinodal

Hace poco más de 50 años, en octubre de 1967, se realizó en nuestra diócesis la ASAMBLEA ANUAL DEL CLERO para poner en marcha la renovación conciliar. En ella se aprobó la creación y estatutos del Consejo presbiteral, y el primer "reglamento de zonas".

Al participar este año en nuestras Jornadas pastorales, y escuchar la convocatoria de nuestro Obispo a emprender un CAMINO SINODAL... no pude menos que recordar con gratitud aquella experiencia de mi juventud.

Por eso quiero compartir con ustedes lo que escribí en el EDITORIAL de nuestra REVISTA DIOCESANA nº 52, que me parece de total actualidad, a la hora de emprender este camino en cada una de nuestras comunidades y zonas (decanatos).

Por UN SACERDOCIO RENOVADO 
"Envía, Señor, tu Espíritu. y todo será recreado; y renovarás la tierra". Con esta frase, el señor Obispo comenzó la Homilía en la Misa Concelebrada el martes 17 en los salones del Hotel de Luz y Fuerza. El Presbiterio de Mar del Plata, con su Obispo, se disponía a recibir la abundancia de los dones del Espíritu, en pos de una Iglesia diocesana renovada, intérprete fiel de los "signos de los tiempos". 

PROSPECTIVA Y PASTORAL 
     El Concilio no fué simplemente reveer las estructuras cambiantes de la Iglesia para adaptarlas a un "presente" nuevo. EL CONCILIO SE HIZO MIRANDO AL FUTURO. La Iglesia no cambió, SE PUSO EN PERMANENTE ESTADO DE CAMBIO. 
     Escudriñando proféticamente los signos de los tiempos, Ella debe anunciar el MENSAJE eterno de la PASCUA respondiendo a los interrogantes e inquietudes siempre nuevos de una Humanidad que se transforma a pasos más y más acelerados. 
     Diez años bastan hoy para cambiar el rostro del mundo. Y somos nosotros, hoy, y aquí, los que debemos preparar ese futuro, tan lejano y a la vez tan próximo. 
     Hay que sembrar a tiempo para poder cosechar en verano. Debemos tratar de discernir el puesto de la Iglesia en el mundo del mañana, para saber dónde empeñar el esfuerzo, dónde transformar nuestra pastoral, dónde plantar la levadura para que la masa sea transformada. 

DIÁLOGO Y PASTORAL 

     Esta permanente atención a los cambios de la sociedad que debemos evangelizar no es obra de uno o de pocos; requiere el esfuerzo conjunto de todo el Presbiterio, más aún, de toda la Iglesia Diocesana y Universal. 
     Es preciso el DIALOGO entendido como ATENCION PERMANENTE POR EL OTRO Y POR "LOS" OTROS. 
     "Por un sacerdocio renovado": lema de una asamblea del Presbiterio de Mar del Plata. Del 16 al 21 de octubre, más de setenta sacerdotes reflexionaron sobre la Iglesia de hoy, para preparar la Iglesia del mañana. 
     ¿Frutos? Fueron muchos. Tal vez, el principal, fue redescubrir el DIALOGO a nivel diocesano. 
     Primero, fue expresar el pensamiento propio sin ambages; con autenticidad. Luego, fue escuchar a los demás, con interés, con compresión con aprecio, con deseos de encontrar la Verdad ENTRE TODOS. 
     La evolución, a lo largo de las Jornadas, fue perceptible. Queda mucho por hacer y por lograr. Pero el primer paso, el fundamental, ha sido dado. 

EL MAÑANA, PRESENTE EN EL «HOY» 


     Mañana, la Iglesia será minoritaria. Más que hoy. Pero la Iglesia ha comenzado a redescubrir su verdadero papel de fermento

     Los sacramentos dejarán de ser un hábito sociológico heredado. Es preciso comenzar desde hoy a formar comunidades de fe auténtica, para que la Iglesia del mañana pueda cumplir su misión evangelizadora y transformante. 
     El mañana nos mostrará un mundo socializado. La interdependencia de los hombres, fruto del progreso técnico, de la productividad y de la elevación del nivel de vida, se acrecentará sin duda y se extenderá a otros países, hoy al margen de las grandes corrientes del progreso. Y en este mundo intercomunicado, la Iglesia deberá ser testigo de la COMUNIDAD EN TRASCENDENCIA. 
      Decir que la Iglesia es en esencia y debe ser en el signo, "COMUNIDAD", no es una mera palabra; es reconocer su cualidad más esencial de Pueblo de Dios, de Cuerpo de Cristo.
     Esta comunidad se forjará en el atento escuchar la Palabra del Padre; en una liturgia verdaderamente dinámica y renovada; en movimientos apostólicos renovados y abiertos... Tarea de todos. 

     Y podríamos seguir puntualizando muchas "notas" más. Lo importante es comenzar DESDE AHORA. El mundo no espera en su evolución. Y los cristianos tenemos el gravísimo deber de llevar el Evangelio hasta los confines de la tierra. 

EXIGENCIAS 

     La construcción de esta Iglesia renovada nos exigirá fundamentalmente dos cosas: 
—DIALOGO (con Dios, con los hombres, con el mundo; entre todos los sacerdotes, religiosos y laicos, para sentar las bases de una verdadera Pastoral de Conjunto). 
—RESPONSABILIZARSE EN COMÚN de toda la tarea diocesana; aunar esfuerzos, ideas, trabajos, métodos... 
    Dos caras de la verdadera caridad cristiana. J.F.

* En el mismo ejemplar de REVISTA DIOCESANA se publicaba la siguiente

DECLARACION DEL SEÑOR OBISPO Y SU PRESBITERIO A LA IGLESIA DE MAR DEL PLATA 

El Obispo y los presbíteros de la Diócesis de Mar del Plata, nos hemos reunido en estas Jornadas anuales del Clero con el objeto de reflexionar sobre el sentido actual do nuestra propia vida sacerdotal, y con el fin revisar las estructuras en las cuales obramos, buscando renovar ambas, vida y estructuras, a los fines mismos del sacerdocio y de la organización eclesiástica, queriendo que ambas estén de una manera más perfecta al servicio del Pueblo de Dios y de todos los hombres de buena voluntad. 
     En los días LUNES 16 y MARTES 17 hemos reflexionado sobre nosotros mismos con la intención de descubrir cómo adecuarnos mejor al sentido del sacerdocio,  a lo que esperan de nosotros los hombres de nuestra región: Nos hemos guiado en este análisis con la palabra del Padre Enrique Fabbri, profesor de la Facultad de Teología de San Miguel. 
     Nos hemos sincerado con nosotros mismos y hemos puntualizado las cosas en las cuales debemos cambiar. Así hemos visto que muchas veces vivimos desunidos, entre nosotros y con el Obispo. Hemos reconocido que a menudo nos faltan muchas virtudes humanas. Hemos concluido que debemos superarnos en muchas cosas. 
     Corremos el peligro de quedarnos en meros administradores de lo religioso, cuando nuestra misión y lo que los hombres quieren de nosotros supone mucho más.
     Hemos también reconocido que a veces pecamos de inoperancia y no canalizamos nuevas experiencias que nos  lleven a mejores resultados... 
     Debemos distribuirnos mejor, de acuerdo a nuestras cualidades personales, para poder rendir cuanto podamos en esa actitud de servicio a todos que caracteriza al sacerdocio cristiano. 
       Hemos tomado conciencia de que no escuchamos suficientemente a los laicos para enriquecernos con sus consejos. Sabemos que debemos abrirnos más al diálogo con todos los hombros.  Debemos vencer la rutina, superarnos, y cumplir de una manera más adecuada nuestra misión como hombres, como cristianos y como sacerdotes, en los ambientes en los que vivimos. 

      Podríamos haber analizado más cosas; pero no hemos querido darnos soluciones apresuradas, sino más bien instaurar una permanente análisis y reflexión sobre nosotros mismos. 
     No dejanos de ver lo positivo que hemos realizado en nuestra Iglesia do Mar del Plata, pero queremos mas bien pensar en lo que no hemos hecho y en lo que tenemos que hacer. 
      Algunos puntos han sido ya concretados, como la creación de un Instituto de Teología, dependiente de nuestra Universidad Católica, en el cual podamos actualizarnos sin cesar; la creación de una Biblioteca diocesana que nos suministrará todo cuanto de nuevo en materia bibliográfica necesitemos para estar a la altura de nuestras funciones; dar nuevo sentido y profundidad a nuestras reuniones mensuales, de modo que sirvan para perpetuar ese continuo examen de conciencia a que hemos aluudido; dedicarnos más a la oración, en especial a través de retiros espirituales periódicos que nos ayuden a descubrir sin cesar el sentido exacto de las cosas y vigoricen nuestra vida para poder integrarlo y vivirlo; y sobre todo, instrumentar los medios para dar un mayor testimonio de autenticidad, de entrega a nuestra función sacerdotal, de unión y coordinación entre nosotros, de estar encarnados y saber buscar y aplicar las verdaderas soluciones a los problemas concretos que nuestros ambientes de acción nos proponen.

     El MIERCOLES 18, guiados por la palabra de nuestro Obispo, hemos reflexionado acerca de la organización de la actividad sacerdotal en nuestra Diócesis. Hemos buscado nuevos modos de colaboración entre nuestro Obispo y nosotros, los presbíteros.
    La división de la Diócesis en cuatro Zonas nos ayudará: al mejor análisis de los problemas, y a una más adecuada elección de los medios pastorales. 

    Además, hemos creado el CONSEJO PRESBITERAL para que en representación do todos los sacerdotes, canalice la responsabilidad de todos en la solución de las problemas 
diocesanos y suministre también al Obispo la visión exacta de todos los problemas, y el mayor número de elementos de juicio para cualquier tipo de soluciones pastorales.
    Fue el Hermano Onésimo quien nos ayudó a buscar puntos de partida para analizar el modo como proponemos la fe cristiana a los hombres. 
    Durante la mañana del día JUEVES hemos revisado nuestros modos de hablar, hemos puesto en tela de juicio nuestras estructuras mentales, en relación con diversos aspectos de nuestra predicación y con los diversos modos como proponemos el mensaje cristiano. Hemos concluido que no se trata de ir explicando un sistema doctrinal o moral, sino de ir trasmitiendo una vida de fe, de ir interpretando a la luz del Evangelio los hechos de la vida presente. Y nos hemos comprometido a mejorarnos y a seguir reflexionando sobre ello.
    Por la tarde del jueves nos han acompañado los religiosos y religiosas de nuestros Institutos católicos de enseñanza, y muchos profesores laicos que los dirigen o enseñan en ellos. 
    Hemos analizado con ellos la situación de nuestra educación católica con la mayor sinceridad posible. 
    Renovar y  actualizar nuestros institutos no es tarea fácil ni rápida pero hemos puesto los puntos do partida no solo para revisar las estructuras colegiales, sino también - y especialmente - para reformarnos quienes en ellas tenemos participación; porque la reforma de las personas es anterior y más eficaz que la de la parte estructural. 
    Educar, para el educador cristiano, es formar hombres capaces de amar, es decir, de donarse a la comunidad en que vivan, y en todos los sentidos; y ésto depende más de los educadores que de las estructuras. 

El VIERNES 20, el P. Bengoechea, párroco en nuestra vecina arquidiócesis de La Plata, canalizó nuestro diálogo y análisis sobre la pastoral concreta de nuestras parroquias, sobre todo en la administración de los sacramentos.
     Muchos son los aspectos que tendremos que analizar en el futuro, y que en éste día hemos sólo puntualizado: desde devolver su más genuino significado a muchos de nuestros actos religiosos, hasta estudiar las mismas estructuras económicas de nuestras parroquias y de nuestra Diócesis.
     Vamos do más en más tomando conciencia de que somos por encima d todo, guías religiosos do nuestros hermanos, maestros y ministros del Misterio de Salvación que Cristo entregó a los hombres. 
     Inconvenientes insuperables frustraron la meta que nos habíamos propuesto para mañana, - sábado 21 de octubre -. Esta meta constituía uno de los puntos claves en la reflxión, de estos días: la acción social y caritativa de la Iglesia. 
     Nosotras debemos decir una palabra y colaborar con todas nuestras fuerzas en hacer un mundo más humano, menos  injusto, más lleno do equidad y de amor. Y debemos decirla y hacerlo concretamente en nuestra Diócesis de Mar del Plata. 
     No nos ha sido posible poseer los suficientes elementos  do juicio y hemos debido postergar muestro estudio para una fecha próxima; entonces diremos nuestro parecer, y veremos cómo contribuir; pero queremos testimoniar ahora, que compartimos hondamente la angustia de todos aquellos que buscan y luchan por el imperio de la Verdad, la justicia y el Amor.

   Esto es lo que queremos decir a nuestros cristianos en esta tarde, en vísperas de concluir nuestro encuentro anual.
   Nuestras conclusiones, extensas, e imposible de sintetizar aquí, las entregaremos al Obispo y a su Consejo Presbiteral, para que sean paulatinamente canalizadas.
   La REVISTA DIOCESANA les dará a todos la posibilidad de ir conociéndolas. 

    Terminamos haciendo un llamado a renovar nuestra FE en Dios, y nuestro deseo de una Iglesia mejor, de acuerdo a las orientaciones del Concilio Vaticano II y a las exigencias de nuestros tiempos.
    Somos conscientes de ser los principales protagonistas de esa Iglesia renovada: por ello pedimos las oraciones de ustedes, para que Dios nos conceda la luz y la fuerza para poder estar a la altura, de lo que ustedes y todos los hombres esperan de nosotros. 
MAR DEL PLATA, 20 de OCTUBRE de 1967 

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